Que “las cosas no son lo que parecen” es una afirmación manida y de uso excesivo que bien sirve para hablar de una noticia singular, de un coche sorprendente o de un amante decepcionante. Y como no podía ser de otro modo, también es útil para versar sobre la materia que nos ocupa, la publicidad.
Las falsas ilusiones inspiran, dejan al espectador con un extraño regusto a engaño que fomenta irremediablemente el recuerdo. Cuando nos la juegan, nuestro cerebro entra en un curioso estado de alerta que repasa continuamente su torpeza. Pero, por el contrario, si el engaño es muy agudo, nuestra mente llega incluso a reconocer la maestría del artificio. Ahí es precisamente a donde queremos llegar.
Tal arrollador efecto no podía ser subestimado por una ciencia tan astuta como la nuestra. Por eso hoy os traigo varios ejemplos de cómo descolocar al público. ¿Verdad o mentira? ¿Tanga o talón? ¿Brazo o pierna? ¿Cuerpo o pies? No me negaréis que es una gran técnica para descolocar a quien tengamos en frente. Pues nada, a dar vueltas al asunto, ¡a ver si a nosotros también se nos enciende la bombilla creativa!
Engaño o no, son los talones más sexys que he visto nunca, :)
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