Muchas veces, cuando nos encontramos inmersos en un proyecto, a la busca y captura de una idea genial y creativa que solucione el problema que tenemos entre manos, revolucionamos nuestro cerebro hasta extremos inconcebibles, consiguiendo un resultado lioso y enrevesado. Es algo común que la mayoría de nosotros hemos experimentado. Está en la naturaleza humana el intentar encontrar tres patas al gato.
Sin embargo, simplificar es un atajo que puede llevar a nuestro cerebro a encontrar ese ansiado pasaporte al éxito. Buscar la esencia del mensaje, el kit del asunto e intentar expresarlo es una técnica fabulosa para dar con la inspiración. Nadie dice que sea sencillo, en absoluto. Soy la primera en reconocer que la abstracción contiene altas dosis de complejidad. Pero en ocasiones, la bombilla creativa se enciende y surgen cosas como las que os traigo hoy. ¿Se os ocurre alguna forma más clara y sutil de decir que fumar mata? ¿O de demostrar que un detergente arranca las manchas de los tejidos? ¿O de contar que lo bueno viene en pequeña esencia, como PSP? No puedo estar, a este respecto, más de acuerdo con Joaquín Lorente, a quien le he robado el titular de esta entrada: La vida complica las cosas. Las personas y empresas eficaces lo son porque saben simplificarlas.
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